domingo, 25 de abril de 2010

Con la misma boca

Con la misma boca, la misma lengua
con que te besé en la noche encendida
y en el corazón de la aurora,
la misma lengua con que degluto
la carne fría y la hojarasca
restos de espuma de mar
sobre las rocas de la orilla
despojos de secas azucenas.
Esta misma boca
que no muere en tu nombre
ni vive en tu ausencia.

Ahora suena le graznido
de aves lejanas como cuervos
entre las factorías
y las torres de electricidad;
pero esta boca
que ha comer la tierra,
esta lengua que se pudre en la boca
olvidó conocer el sabor de la piel
que recorrían estas manos
que también habrán de ser tierra,
tierra de semillas y de lombrices,
estas mismas manos que escriben
estas palabras sobre la panza
de ballenas muertas.

Pasó algún tiempo,
las nubes recorrieron
el cielo sobre los campos
y los suburbios bajo la luna,
sobre el asfalto y el silencio.
Esta lengua materia y piedra
yaciente de helechos y flores secas,
seguirá siendo incapaz de recorrer
los frágiles resortes
que llevan tu nombre al aire.
Esta misma boca con que sorbo
el polvo y el carbón
para escupir la penumbra
antes de la aurora,
sabe que ya no es cierto
que no hay derrota para el corazón que lucha,
que el mar no muere sobre la arena.

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