De pronto en Roma no hay nadie
de Roma, peligro para caminantes
Rafael Alberti
Puede ser mi alma
cadáver de cien palomas
al sol del otoño,
pero tú no conseguirás roerla,
ni estas manos serán
cercenadas por tu lengua.
Todo seguirá mejor así;
el sol cegando el mundo bueno
donde no te encuentro.
Sus colores puros,
su limpio trasiego.
Por que tu eres sombra y eres
sudor sucias cañerías
por las que sopla el viento.
Puede ser mi alma
podrida madera
arrastrada hasta la orilla,
pero no conseguirás arrancar
ni una sola astilla de ella.
Que aunque tarde, supe distinguir
el vómito de murciélagos insomnes
que vive en tu mirada
escabrosa y obscena,
tu mirada que hunde el mundo
en un un erial de rastrojos
y de tierra seca
que se agolpa en el líquido bilioso
que sientes como sangre
sin ser pura ni verdadera.
Roma, 27 de Febrero de 2009
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