Tantas veces traté de ocultar
este latido sin retorno
cuando la sangre ha quemado
los pasillos sin luz artificial
los goznes de la auricula
donde no pasa el viento
y se pudre el lodo
de lo que no he vivido.
Ha sido duro pasar este erial
y ni siquiera tengo la certeza
de poder volver mañana
junto al árbol que respira
en contacto con la lluvia.
Solo me queda la carne infecta
apenas más
que tripas retorcidas
bajo la piel del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario