Pide perdón por el lamento
levántate, llora, corrompe,
álzate sobre la brea.
No dejes de saltar sobre el fuego,
de morir en la noche,
de reflejarte en el silencio.
Deja al fin escrito en el viento
el galope de cien caballos alados
sobre un nuevo cielo,
puro, limpio, claro, sereno,
hundido en los azules
su mensaje eterno.
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