domingo, 11 de abril de 2010

Sobre el mundo

Ascendíamos por el sendero
sobre la tierra húmeda
y la madera carcomida
por la lluvia eterna
y suavemente acogedora.
La niebla
rodeaba la torre extraña
de firme piedra y blando musgo
sobre el corazón que no latía
pero moraba hasta sus confines
en el bosque sereno.
Nada existe excepto tierra y cielo
musgo, piedra y viento.
La piedra estéril no entiende
las palabras que susurra el viento.,
ni sonó aquí jamás más música
que la luna sobre el cielo.
Ni banderas, ni pasos,
solo el agua cayendo
ya demasiado lejos.
Después quizás me esperen
el neón y la luz a la orilla
de un mar arrepentido y viejo
y como dragones oxidados
tras los cascotes de ladrillo y hormigón,
las barcazas destrozadas
que alguna vez condujeron a otras islas
y ahora yacen sobre la playa incierta.

Puerto Rico, Mayo de 2008

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